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João de Sousa

Quinta-feira, Abril 25, 2024

Diario de un referendum

Pela sua actualidade e oportunidade publicamos na íntegra a versão original em castelhano, sob a forma de Diário, as impressões e emoções vividas por uma jornalista durante os dias que antecederam e sucederam ao Referendo na Catalunha. Em breve iremos publicar a versão em Português deste pedaço de história.

Viernes 29-S

Ir o no ir

Le he dado vueltas todo el verano,  pero al final he terminado tomando la decisión en el último momento.

Para colmo hasta ayer un trabajo flotaba en el aire. La productora de una televisión extranjera había llamado semanas antes: “Estate atenta, quizá necesitemos marcar presencia el fin de semana”. Y claro, para cuando  ellos decidieron sólo utilizar material de agencias, yo ya maquinaba el viaje.

Busco y rebusco alojamiento en Barcelona, compro un billete de tren, preparo el equipo de foto, hago llamadas, envío mensajes… Y en medio de los preparativos me veo a mi misma, así, tan precipitada, y me hace gracia. Estoy viviendo el estrés de los viajes imprevistos cuando llevaba desde junio sospechando que iría.

Antes de acostarme reviso el pronóstico: Chubascos el domingo. Apunto “Chubasquero” mentalmente y me quedo dormida.

Sábado 30-S

Madrid-Barcelona

El referéndum catalán ha sacado de los armarios las rojigualdas cuando aún faltan semanas para el 12-O. Pero hoy además veo peatones con la bandera patria en la Castellana y a un hombre vendiéndolas en el semáforo. Recuerda al ambiente futbolero, pero no. Ha finalizado la concentración anti referéndum de hoy en Madrid. Quieren impedir “como sea” que España se quiebre y tachan el referéndum de “ilegal y antidemocrático”.  Estas imágenes, camino a la estación, hacen que tenga aún más clara la necesidad de estar allí.

Cuando llego a Sants ya oscurece pero las escuelas están en plena ebullición. En la de Barrufet los niños juegan a la pelota y los adultos hablan en corrillos por todas partes. Dentro, una mesa con víveres, más peques escuchando al cuenta cuentos y más corrillos. Podría pasar por una fiesta de cumpleaños si no fuera por las colchonetas que ha traído el grupo que se quedará esta noche. Su misión es no marcharse y evititar así que los Mossos precinten el centro.

De mis conversaciones en este lugar concluyo que están muy indignados por muchas cosas. Cosas como que les acusen de utilizar a sus hijos como “escudos humanos”. “Manifestarse e ir a votar no puede convertirse en algo peligroso o no apto para menores”, me dice una joven madre de dos niños, “¿dónde queda la democracia entonces?”.

Son los del barrio de toda la vida y los recién llegados; los nacidos aquí y los que vinieron desde cualquier otro lugar. En la puerta encuentro a un chico del País Vasco. Probablemente seamos los únicos que estamos de paso. Me invita a un cigarro y me cuenta que se va a Camboya el lunes pero que ha hecho “escala” en Barcelona:

“Los catalanes le están dando una lección al mundo y quería verlo”. Una pareja se despide: “Mañana vendremos a las 05:00”.

Al escuchar el “horario previsto” decido irme. Ceno en Carrer de Joan Güell, donde una animada feria ocupa toda la calzada y me voy a dormir después de la cacerolada.

Domingo 1-O

A por ellos, Oé…

Cuando salgo de casa la calle está desierta. Son las 06:00, es noche cerrada y llueve con fuerza. La puerta principal de la Escuela Barrufet que ayer estaba abierta hoy ya no lo está y el patio está vacío. Bordeo la valla del recinto y al doblar la esquina llego a una plaza.

Me quedo impresionada. El lugar está absolutamente silencioso pero abarrotado. Había escogido un colegio más bien pequeño y creía haber madrugado suficiente, pero me cuesta llegar a la puerta y ya hay bastante prensa.

Los vecinos estaban convocados a las 05:00 y la respuesta ha sido masiva. Durante cuatro horas la multitud espera en pié, bajo una lluvia cada vez más débil pero persistente. La puerta se abre para los observadores internacionales, cuando alguien sale a dar instrucciones o simplemente para agradecer que estén allí.

Empiezan a formar largas filas según el código censal de cada residente. Un matrimonio de jubilados no sabe dónde ponerse, su móvil es antiguo para la aplicación que ha facilitado la Generalitat.

Sacan algunas sillas y finalmente salen a pedir voluntarios para cubrir los puestos de los vocales de mesa que no se han presentado. Una vez constituidas las mesas, dejan entrar a la prensa y veo por primera vez de cerca las urnas. Son sencillas, como “tuppers gigantes”, sin embargo no dejan de ser el símbolo casi épico de la resistencia vecinal clandestina. Ellas, las más buscadas, las 10.000 urnas guardadas con ingenio por particulares en los lugares más inverosímiles, han logrado estar en sus puestos de votación sin contratiempos.

Saben que la escuela podría recibir la “visita” de la policía con la orden de requisar las urnas y cualquier otro material electoral y aún así sobran voluntarios.

Recorro varios colegios de Barcelona durante todo el día y la escena se repite. Multitudes esperan para votar en Cocheras de Sants, Escuela de Joan Pelegrí, Escuela de la Diputación, Escuela Oficial de Idiomas, IES de Miquel Tarradell…

Las votaciones se interrumpen por la caída de la red. Unos dicen que está colapsada y otros culpan gobierno central de hackear el sistema informático del referéndum. Cada vez que una mesa pierde la conexión con el censo, los votantes pasan a otra donde sí funciona. Y cuando la conexión desaparece en todas las mesas se impide la entrada de más personas hasta que se restablece. De ahí las largas colas y las horas de espera.

Un paseíllo se abre para los que ya han votado. Hay aplausos, ovaciones y acordes tradicionales de flauta. Cadenas de manos alzadas mueven bocadillos para calmar el hambre.

A pesar de la tensión, el ambiente es casi festivo hasta que llegan los primeros vídeos de las agresiones policiales, entonces, las caras cambian a mi alrededor y hasta las consignas suenan con más fuerza.

La chica que está a mi izquierda acaba de saber que la Guardia Civil ha entrado en el colegio donde vota su familia. Pasa el resto del día aquí, pegada al teléfono intentando sin éxito contener las lágrimas.

No dejan de llegar mensajes. Desde la escuela Barrufet una vocal de mesa me avisa: “Hemos interrumpido las votaciones y escondido las urnas. La policía acaba de entrar en las cocheras de Sants, muy cerca de aquí”.

Otro más, esta vez de la amiga que me aloja en Sants: “¿Recuerdas lo que te dije anoche? Pues me he indignado tanto con la policía que he salido a votar que Sí”. Eso a pesar de que anoche se declaraba “cabreada con todos”, se inclinaba por el “No” a la independencia y parecía tener muy claro que no votaría.

Que el gobierno del PP es una eficiente máquina de hacer “indepes” es algo que aquí dudan pocos.

“Mira”, me dice con el dedo en alto un señor que espera hace tres horas para votar, “si este referéndum se hace 10 años antes, el independentismo no saca ni la mitad de los votos que va a sacar hoy. Ha pasado en mi familia, muchos han cambiado de opinión gracias a la corrupción del PP y al desprecio con que tratan al pueblo catalán… Aquí hemos dicho basta y no hay marcha atrás. Y después de los palos de hoy, todavía menos”.

“Lo de hoy” quedará resumido en la prensa de todo el mundo con los casi 900 vecinos heridos por la policía durante el referéndum.

En el IES Miquel Tarradell hay rumores de que la policía podría intervenir a última hora de la tarde. Aún no saben que el efectivo ha sido suspendido por el ministerio debido, muy probablemente, a lo rápido que se han hecho virales  los impactantes vídeos de las cargas policiales.

A las 21:00 echan la llave y colocan enormes bancos de madera contra las tres puertas. El edificio queda cerrado a cal y canto.

Se procede a abrir las urnas cortando las bridas con tijeras.

Después de colocar los votos se leen los resultados en voz alta:

“Sí: 2.956. No: 181. Blanc: 111. Nul: 50”

Al terminar el recuento la puerta del Instituo Miquel Tarradell vuelve a abrirse. Fuera hay más gente incluso que esta mañana.

Las urnas son agitadas en el aire al grito unánime de: “Hem votat” ”

Lunes 2-O

“Las calles siempre serán nuestras”

Pensaba que la mañana sería tranquila pero el wassap llega en el desayuno:

“ATENCIÓN.

Como respuesta a la grave vulneración de derechos y libertades, a las 12:00

todos ante los centros de trabajo y ayuntamientos. En Barcelona, concentración en Plaza Universidad”.

Es una protesta anunciada a última hora por las redes pero rápidamente se convierte en algo multitudinario.

Martes 3-O

La Vaga General

De allí caminan hasta PLaza Universidad donde ya se escuchan las consignas: “No estem tots ”; “No tinc por ”;“Els carrers sempre seran nostres ”; “Fora les forces d’ocupació ”…

Las protestas estarán activas durante toda la jornada. Cada vez que un vehículo de los Mossos pasa cerca, es vitoreado y aplaudido mientras que el helicópetro de la Policía Nacional, que sobrevuela continumante la zona, es saludado con los brazos en alto, abucheos y silbidos.

(…)

En estos días las protestas han continuado. Los defensores de “la unión de España” también se han hecho ver y oír. Se han manifestado bajo el lema “¡Basta! Recuperemos el sentido común”, han pedido prisión para el presidente catalán y para los Mossos , han gritado consignas e insultos contra la alcaldesa de Barcelona y han afirmado que en Cataluña son “muchos más los que no quieren la independencia”.

Pero claro, sin un referéndum con todas las garantías democráticas y sin las fuerzas de orden irrumpiendo en colegios como robocops es difícil hacer esa afirmación o la contraria.

El poder económico ha roto además su silencio tácito y ha lanzado un órdago con el anuncio de trasladar sus sedes. Un amigo de facebook que vive en Barcelona publica que ha sacado sus ahorros de La Caixa y mi anfitriona en esta ciudad me cuenta que un grupo de wassap con “amigas de toda la vida” se ha roto “por las banderas”.

Recuerdo ahora lo que me decía una señora mayor  el domingo a las puertas de una escuela cuando le pregunté qué pensaba que pasaría después del referéndum: “La fuerza de la independencia de Cataluña está en los barrios y el los pueblos, en la gente que ves hoy aquí, en esta unión y en esta resistencia. No sé qué harán los gobiernos pero a los catalanes no nos van a callar, ni los políticos de allí ni tampoco los de aquí”.

 

 

Texto e fotografias de Verónica P. Granado.
veronicagranado.com

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